Desde que deslumbraron con el “estilo romántico” de “Violencia River” en 2013, No Somos Marineros se ha consolidando como uno de los proyectos más interesantes dentro de la música melancólica mexicana.
En el 2014 la banda del D.F. cautivó con la dosis de post-hardcore teñido de math rock y screamo de su debut Loma Verde, y esta semana, luego de largos tres años de espera, su sucesor finalmente llega en D’Arcy.
De entrada, se nota como el paso del tiempo ha llevado a una evolución natural del sonido de No Somos Marineros. Los sentidos vocales y los riffs arpegiados siguen estando presentes, pero los momentos más abrasivos han dado lugar a tempos más mesurados y una estética atmosférica.
Durante la mayor parte de su duración, el énfasis melódico y la influencia shoegaze de D’Arcy hipnotizan en esta nueva faceta de la banda, pero esto no significa que no se encuentren momentos de disonancia o angustia palpable, como lo son “Billy” y “Eurosport”, temas con los que cierra el álbum.
La reinvención de su sonido remite a la evolución que han tenido bandas como Turnover o Title Fight, pero aún así, el estilo parece favorecer su visión y se nota que la esencia de No Somos Marineros sigue presente en D’Arcy.